martes, 8 de mayo de 2012

Capítulo 01 - We're Just Like Two Tangent Lines.

Tenía muchas ganas de publicar esto, sinceramente. He tardado tanto tiempo porque quería perfeccionarlo, soy así. Y anoche, al fin, lo acabé. Desde entonces no lo he vuelto a mirar porque sé que volveré a modificarlo y no quiero.
Espero que disfruteis con este primer capítulo.


.·*·.


Crystal esperaba sentado sobre un asiento, mirando un panel suspendido en el aire unicamente sujetado por dos barrotes de hierro. En él se podía ver los distintos vuelos previstos para ese día y su llegada o salida según su destino. El vuelo que él estaba esperando aún no había aterrizado. Seguía en camino. Desde Japón. Sí, desde tan lejos.
Todavía no podía llegar a comprender completamente cómo había llegado a aceptar esa petición. Cómo después de que se lo hubiesen repetido infinitas veces había acabado cediendo. Sinceramente, Crystal consideraba que era una gran pérdida de tiempo. No obstante, ahí estaba, esperando a un desconocido que era completamente ajeno a su vida y que iba a vivir en su casa durante una semana y media. No estaba convencido de lo que estaba haciendo. Para nada.

El aeropuerto estaba abarrotado de gente que hablaban sin parar, todos esperando. Algunos a gente querida y otros a su respectivo avión para dirigirse a su destino. Incluso había alcanzado a ver algunos compañeros de su propio instituto que esperaban también a los alumnos de intercambio. Él no solía llevarse bien con las personas, por lo que en ese momento no estaba con sus otros compañeros. Sea como fuese, el caso era que todos parecían nerviosos o emocionados. ¿Acaso era él el único que no estaba excitado?

Suspiró. Según su reloj eran las 16:37 minutos. Y según el horario del aeropuerto el vuelo que él estaba esperando aterrizaba a las 16:30. Cuánta puntalidad... pensó mirando a través del gran cristal por el que se podían ver los gigantescos aviones. No debería tardar en llegar ya.
Y estaba en lo cierto porque cinco minutos más tarde, en el panel que mostraba el vuelo Tokio-Londres, apareció la etiqueta "Arrival", es decir, llegada.
Crystal se levantó de su asiento y se metió las manos en los bolsillos de su sudadera hundiendo a su vez la cabeza en su bufanda, esperando. Se suponía que tenía que reconocer a un japonés moreno entre una gran masa de japoneses, teniendo en cuenta -obviamente- de que la mayoría eran morenos. Una sudadera roja y unos pantalones blancos era la única información que tenía de él.
Resopló. Una pérdida mayor de tiempo.

Pero aun pensando eso, cuando los viajeros que habían aterrizado empezaron a entrar en el edificio, estiró el cuello para mirar entre la multitud, buscando las ropas del que se convertiría ahora en su compañero de intercambio. Tardó más de lo que esperaba en encontrarlo. Y cuando lo hizo, se dio cuenta de que su compañero lo había encontrado antes a él porque se dirigía hacia donde estaba, con un brazo levantado y agitándolo en señal de saludo y con una gran sonrisa en los labios mientras gritaba entre la multitud:

- Yeeeeeey.

Crystal le devolvió una media sonrisa unicamente por cortesía y, cuando Soraru llegó a su lado, este le extendió la mano.

- You are Crystal, aren't you? Nice to meet you!.

Crystal volvió a sonreir, más forzadamente que la anterior. La pronunciación de su nuevo compañero era, desde lejos, horrible.

- Tú debes ser Soraru.

Soraru asintió con energía y estrechó la mano de su compañero. Después, tras haberse presentado tranquilamente Crystal le guió de camino al exterior hasta llegar a la parada de autobus, en silencio.
El cielo estaba completamente encapotado por numerosas masas oscuras de nubes y el viento alborotaba el cabello. Ambos chicos se encogieron todo lo que pudieron entre sus abrigos y bufandas para resguardecerse del frío invernal mientras esperaban la llegada del autobus.

- Creo que me esperaba Londres un poco más alegre...

Crystal le miró, pero no dijo nada.

- Quiero decir, respecto al tiempo – continuó el otro al ver que no decía nada.- Pensaba que quizá el cielo no estaría tan gris y el ambiente tan frío y muerto
- Londres siempre ha sido así.
- Japón no es igual, es más bonito, quizá.

Crystal sonrió sin añadir nada más. Aunque Londres fuese un sitio en el que el cielo siempre estaba cubierto de nubes y oscuro, le gustaba. Le gustaban esos días. Le gustaba ese tiempo. Se sentía identificado en cierta manera con él.


El autobús no tardó mucho tiempo más en llegar y al cabo de cerca de media hora, llegaron a la urbanización donde Crystal vivía. Era un lugar viejo y sencillo, pero tranquilo, sin mucho ruido. Entraron en el bloque de edificios correspondientes y subieron hasta la cuarta planta cargando con las maletas de Soraru por la escalera debido a que aquella vieja construcción no tenía ascensores. Se veía claramente que allí únicamente vivían las personas que no disponían de un buen nivel de salario.
Crystal introdujo la llave por la cerradura y abrió la puerta con lentitud. Las luces estaban completamente apagadas. Como esperaba, no había nadie.
Encendió la bombilla de la entrada y ayudó a su compañero a meter las maletas y a llevarlas a su habitación.

- No es gran cosa, pero espero que te sientas cómodo – mencionó al ver como Soraru observaba con detenimiento el interior. Parecía como si le decepcionase el lugar.
-La verdad es que esperaba que fuese una casa más grande y nueva – contestó con total sinceridad - ¿Vives solo?

Crystal le miró.

- No, vivo con mi padre.
- ¿Y tu madre?
- Murió.
- Oh...

Soraru desvió la mirada, repentinamente incómodo por haber dicho algo que no debía.

- Perdona, pregunté algo que no debía.
- No importa. Es algo que pasó hace mucho tiempo – Crystal sonrió forzadamente - ¿Quieres tomar algo?

Asintió después de pensárselo durante un instante.
Caminaron hasta la cocina y Soraru se sentó en una silla mientras observaba como Crystal se dirigía a un mueblecito y sacaba una cajita.

- ¿Te gusta el té?
- Sí.

Y mientras Crystal calentaba el agua en el microondas – lo cual fueron escasos minutos -, hablaron de cosas triviales, evitando quedarse en un incómodo silencio.

¿Prefieres sacar la ropa de las maletas para que no se te arrugue o quieres hacer otra cosa? - preguntó Crystal.
- Me da igual – contestó el otro dándole un sorbo a su té.

Crystal desvió la mirada pensativo hacia la puerta, por donde podía ver parte del salón, y se fijó en la televisión.

- ¿Te apetece una película?

Soraru asintió encogiéndose de hombros.

Y así, ambos eligieron una película cualquiera y la pusieron. Agarraron un paquetillo de patatas fritas, lo volcaron sobre un bol y se pusieron a picotear manteniendo la mirada fija en la pantalla de la televisión. Soraru hacía todo tipo de comentarios a cada rato sobre la película. No obstante, conforme esta avanzaba, dejó de hacer comentarios y se acomodó más en el sofá. Y en una de las veces que a Crystal le dio por mirar hacia su compañero, se encontró con que tenía la cabeza apoyada en el posabrazos, con los ojos cerrados y la boca abierta, durmiendo.
Debería estar agotado del viaje, y había que añadir la diferencia horaria. Se levantó del sofá, apagó la televisión y recogió los vasos de té y las patatas.

Cuando miró la hora, se percató de que el reloj marcaba las 21:42, por lo que optó por despertar a Soraru para que se acostase en una cama. Se acuclilló delante suya y antes de pronunciar palabra, le observó con detenimiento. La piel de su cuerpo era suave y blanquecina, pero era un tono de color realmente bonito. Y su pelo, oscuro y desordenado le daba un aire de tranquilidad y despreocupación.

Soraru, despierta... - dijo agitándole suavemente – Vas a pillar un resfriado si duermes aquí.
- Mm...
- Despierta... - insistió Crystal.

Y al tercer intento, Soraru abrió los ojos con lentitud, parpadeando varias veces para acostumbrarse a la luz de la bombilla. Por un momento, Crystal tuvo la sensación de que su compañero no sabía dónde estaba, pues le miró extrañado en un principio.

- Ve a la cama a dormir. O pillarás un resfriado.

Soraru asintió y bostezó, estirándose en el sofá. Mientras este se cambiaba de ropa en el baño, Crystal preparó las camas de su habitación, lo cual no requería mucho trabajo ya que él dormía en una especie de cama-litera en la que había una segunda cama debajo de la primera, y la cual solo tenía que deslizar hacia el exterior para que pudiese utilizarse. Le gustaba esa litera, ya que le ahorraba mucho espacio en su habitación, que por desgracia, no era nada grande.
Para cuando Soraru entró en la habitación ya con el pijama puesto, Crystal también se había cambiado y le esperaba acostado, mirando a través de la ventana que estaba pegada a la cama. Se podía apreciar con total perfección una gran luna llena en la oscura noche. Ambos se quedaron observándola durante varios minutos hasta que el moreno se derrumbó sobre su cama.

- Estoy reventado...
- Pues por eso vamos a dormir – contestó Crystal - ¿Puedo apagar las luces ya?
- Seh...

Estiró el brazo y alcanzó el interruptor de la luz, dejando la habitación a oscuras, con la única iluminación de la luna que resplandecía desde el cielo. Crystal devolvió de nuevo la mirada hacia el astro, embelesado por su belleza. Desde pequeño, él había sentido atracción hacia ese solitario satélite que daba vueltas alrededor de nuestro planeta. Se asimilaba con él, como si él fuese una persona caminando alrededor de otra, adaptándose a ella. Como si su único destino fuese ser un papel secundario.
Suspiró insconcientemente. Soraru le escuchó.

- ¿Te pasa algo?
- No – respondió secamente Crystal.

Soraru, que estaba en la cama más baja, observaba lo que su vista le permitía ver de su espalda, fijamente. Después sonrió a la oscuridad y se dio media vuelta, cubriéndose con las mantas.

- Buenas noches.
- Hasta mañana.

Y de esta manera, ambos se concentraron en conciliar el sueño y en descansar. No obstante, Crystal no podía dormir. En numerosas noches le había pasado. Y en esas ocasiones, se deslizaba suave y silenciosamente de su cama hasta el escritorio, encendía su portátil y abría la ventana de internet. Escribía un link en el navegador y le daba al "enter". Una página de un blog aparecía en la pantalla. Entonces era cuando Crystal iniciaba sesión con su cuenta y comenzaba a escribir en él. <<A partir de hoy me toca compartir mi vida con un alumno de intercambio>> comenzó a teclear sigilosamente.

<<Es un tipo de mi edad, supongo. Unos diecisiete años más o menos. Piel blanca y cabello oscuro. Muy hablador. Demasiado. Ha sido solo el primer día y ya me encuentro exhausto mentalmente. Ha habido momentos durante el día en el que he tenido ganas de taparle la boca y callarle. Pero he de ser honesto. Ser borde no es justo. Además, si mostrase mi verdadera personalidad...>>
Se detuvo ahí durante unos segundos para volver a mirar la luna. Era tan brillante que le deslumbraba. Después, estiró el brazo y observó su mano con detenimiento.
Soraru cambió de posición en la cama y continuó durmiendo.

<< Si mostrase mi verdadera personalidad nadie me aceptaría. Sería rechazado>> terminó de escribir y le dio al botón de "publicar entrada".
Apagó el ordenador y se levantó de la silla, con cuidado de no hacer mucho ruido.

Aunque no lo había expresado en su blog, en esos momentos sentía una gran masa de emociones en su interior, mezclándose y creando un huracán de sentimientos. Un huracán que le volvía completamente loco. Le confundía. No sabía que sentía. Le agobiaba. Le agobiaba mucho.
Había tantas cosas en las que pensaba. Tantas cosas de las que se preocupaba.

Volvió a suspirar. Se dirigió al baño y se encerró allí. Cuando salió, una hora después, se acostó. Y esa vez, sí consiguió conciliar el sueño.
Esa noche, tuvo pesadillas.

martes, 17 de abril de 2012

Y en aquellas noches especiales...

Y en aquellas noches especiales donde se suponía que tenía que divertirse, el joven no podía evitar sentir un dolor en el corazón cada vez que intentaba sonreír. Como si hubiese algo que le preocupase. Como si hubiese algo que le impidiese pasárselo bien.

lunes, 19 de marzo de 2012

¿Egoísmo quizá?


Dolor.
Eso quiero provocar.
Eso es lo que necesito hacer.
Desahogarme.
Hacer sentir a los demás lo mismo que yo.
Hacerles ver cómo me siento.
Porque no piensan. No piensan en los demás.
Sólo en ellos mismos. Egocéntricos.
Todos egocéntricos.
Ni siquiera pueden fijarse en los sentimientos de los demás.
Sólo en los suyos propios.
Quiero que se sientan mal.
Quiero borrar esas sonrisas.
Quiero ser yo quién sea feliz.
Quiero ser yo quién pueda ver sus deseos cumplidos.
Quiero ser yo quién no tenga que soportar dolor.
Sólo por una vez.


Pensamientos sueltos que quizá ni tengan lógica.

miércoles, 14 de marzo de 2012

We're just like two tangent lines.

Personajes.

- Crystal.

- Soraru.

- Victory.

- Viktor.

- Hirako.

Las imágenes pertenecen a sus propietarios. Yo sólo las cogí y edité para dar una ligera idea de la apariencia de los personajes.

Capítulos.


sábado, 11 de febrero de 2012

Just Falling.

Título: Just Falling.
Autor: NemShiro.
Género: Drama. Sherlock/John.
Tipo: Drabble, 410 palabras.
Los personajes no me pertenecen. Pertenecen a A.C. Doyle y a Sherlock BBC.



Le debía tanto a Sherlock. Le debía tanto por haberle hecho sentir en vida de nuevo, por haberle dado esa acción que tanto necesitaba después de haber vuelto de la guerra, por haberle regalado esa oportunidad de disfrutar su vida a cada momento. Y ahora, simplemente, él no estaba. Sherlock había muerto. Había dejado esta vida sin dar ninguna razón y para colmo alegando que todo era un mentira. Que Moriarty no existía. Que todo era una farsa. Que él se lo había inventado todo.
Pero John no podía creérselo, no podía aceptarlo. John había visto cómo Sherlock resolvía los casos, cómo poco a poco avanzanba en ellos y por si fuera poco, cada una de sus expresiones. Le había visto pasar desde la desesperación debido a la dificultad de resolver algún misterio hasta la felicidad por conseguirlo. Había visto a Moriarty con sus propios ojos y sabía muy bien lo real que era, porque aunque a Sherlock le excitasen los misterios no sería capaz de hacer todo eso. Porque él tenía gente que le importaba. Porque hacía lo posible para protegerlos aún cuando decía que no estaba atado a los sentimientos. Porque Sherlock era el mejor hombre que él había conocido.
Así que no creía ni una sola palabra. Y nadie le iba a convencer de lo contrario. Si Sherlock había hecho lo que había hecho tenía que ser por alguna razón.

Pero aun después de todo lo que pensaba le seguía dolorosamente afectando su muerte. Todo el interior de John estaba fragmentándose en trocitos muy pequeños y casi imperceptibles y nadie, absolutamente nadie excepto Sherlock podía impedirlo. No podía imaginarse una vida sin él ahora que se había ido. Sherlock le había sacado de su soledad y ahora le dejaba solo nuevamente. No podía soportar su pérdida. Le necesitaba. Le necesitaba vivo.
¿Y cómo iba a volver el pobre de John al 221B de Baker Street sin él, donde todo estaba impregnado de recuerdos dolorosos y donde se podía percibir todavía su aroma? Simplemente no era capaz de volver allí. Sabía que si volvía a pisar ese apartamento se terminaría de derrumbar. Porque no podía ignorar sus sentimientos. Porque estos eran mucho más fuertes que él.


Así que mientras John miraba la tumba de su mejor amigo Sherlock Holmes intentando contener las lágrimas que parecían querer escapar de la comisura de sus ojos todo lo que podía desear es que siguiese vivo, que hubiese ocurrido un milagro, cualquiera, pero que no hubiese fallecido.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Demasiado tarde.

Título: Demasiado tarde.
Autor: NemShiro.
Género: Shonen-ai, drama.
Tipo: Drabble, 910 palabras.
Original



- Sí, voy a llegar tarde nuevo – susurré por la otra línea del teléfono. - Lo siento.
- Sí – se limitó a decir la otra voz secamente, como si se fuese a quebrar en cualquier instante.

Nos quedamos en silencio varios segundos, esperando que el otro dijese algo, pero que no colgásemos. Ambos queríamos estar juntos, pero debido a mi irregular trabajo no encontrábamos el tiempo necesario, y casi nunca tenía las noches libres. No iba bien, nuestra relación no iba bien, iba decayendo poco a poco, ni los gestos de amor, ni las sonrisas, ni las conversaciones conseguían llenar el poco tiempo que estábamos juntos. Sentí una ligera opresión en el pecho que iba acentuándose segundos después.
Abrí la boca para romper el incómodo silencio que se había formado, pero justo en ese instante, él cortó la línea, dejándome como un tonto boquiabierto con la palabra en la boca. Reprimí una maldición y dejé el teléfono en la mesa, sintiéndome mal, muy mal por no ser lo suficientemente cálido para hacerle sentir bien y completamente lleno. Entonces, tuve un mal presentimiento.


Ya no podía aguantar más, no podía soportar el curso que estaba tomando la relación. El poco tiempo que pasábamos juntos él lo pasaba escribiendo informes o haciendo trabajos pendientes y apenas entablábamos conversación. La distancia entre nosotros se agrandaba a cada minuto y él se limitaba a ser frío conmigo y a encerrarse en su mundo. No aguantaba más, la relación no me hacia sentir lleno y lo único que conseguía era sentir la amargura y una opresión en el pecho que amenazaba con despedazarme, hundiéndome en mi propio sufrimiento. Su presencia no conseguía mantenerme vivo, faltaba algo. Algo que él no me daba.
Tenía que terminar. Y lo tenía que hacer ahora.
Me levanté de la cama y busqué la maleta que siempre guardaba en el armario. Cuando la encontré, empecé a guardar mis pertenencias, intentando contener las lágrimas que asomaban por las comisuras de mis ojos, pero simplemente, no podía retenerlas, estas se deslizaban por mis mejillas lentamente, pero sin detenerse.
Agarré las últimas camisetas que quedaban, y con un resignado suspiro, las guardé.
Mire a mi alrededor, buscando algo más que se me pudiese olvidar, pero solo di con un marco de fotos. Me acerqué a la mesita en la que estaba y lo cogí para observarlo. Una lágrima cayó sobre el cristal al ver la tímida sonrisa que tenía él en la foto, una sonrisa que le obligué a poner haciendo mis tonterias. Aquella sonrisa que me había servido durante tanto tiempo, pero que ya había muerto.
Sentí la necesidad de quedarme con ella, al fin y al cabo, seguro que él no la iba a necesitar y la iba a tirar. Y yo, quería conservarla, así que abrí el marco y saqué el fino papel que era la fotografía. La puse dentro de la maleta, y después de varios intentos, logré cerrar la cremallera.
Observé el piso por última vez, la última vez que estaría aquí. No quería marcharme, le amaba tanto... Pero ya era tarde. Este era el final.


Todavía me acompañaba aquel mal presentimiento y no podía dejar de pensar a qué se debía. Hacía que me inquietase y no pudiese concentrarme en lo que tenía delante de la pantalla.
En un intento de olvidar lo que me inquietaba, encendí la radio y me recosté sobre el asiento, echando la cabeza hacia atrás y mirando el techo. La música inundó la fría habitación. Cerré los ojos y escuché la canción que sonaba. Una triste, triste canción que contaba como una chica decidía cortar la relación con su novio por un simple motivo: La distancia que se estaba creando entre ambos.
Sentí como mi vista se volvía borrosa y dejaba de ver el techo claramente. Me llevé una mano a la cara intentando saber qué era lo que me impedía ver. Tenía dos lagrimones en la comisura de mis ojos. ¿Por qué? ¿Por qué? Solo esa pregunta pasaba por mi mente una y otra vez. Cerré los ojos y las lágrimas recorrieron mis mejillas. Le necesitaba, necesitaba sentirle entre mis brazos, necesitaba sentir su amor. ¿Cuándo fue la última vez que nos amamos? No lo podía recordar y eso me provocaba un angustioso dolor en mi pecho.
Justo entonces, mis cuerpo se movió insconcientemente. Mis manos agarraron la bufanda y mis piernas caminaron saliendo de aquel triste lugar. Cuando quise darme cuenta, ya andaba a través de la noche, con la bufanda enrollada al cuello y la cara escondida debajo de esta, para mantenerme en calor.
Me detuve delante de la puerta, perplejo ante lo que veía delante mía. En el umbral de la puerta, sobre la pequeña alfombrilla, estaba una llave, la llave del apartamento. Sentí una punzada en el pecho al cogerla, así que, temiendo cuál era aquel presentimiento, abrí la puerta y me apresuré a entrar.
Vacío. Esa palabra inundó mi mente. El apartamento estaba vacío, no estaba él, ni su ropa, ni sus pertenencias. Estaba completamente solo. Caminé lentamente, sintiendo como las lágrimas empapaban mi rostro y el cuerpo me temblaba violentamente. Sobre la cama, en el rincón que él siempre solía utilizar, estaba nuestro marco de fotos, nuestro recuedo más preciado. Me senté en la cama y lo cogí, para luego observarlo, pero ya no había nada. Lo enterré en mi pecho, abrazándolo mientras soltaba un grito ahogado y lloraba desconsoladamente.
Era demasiado tarde.


Este drabble tiene ya bastante tiempo, casi dos años, diría yo. Ya lo he publicado varias veces en distintas páginas porque, sinceramente, me encanta. Es sencillo, corto y fácil de entender. Pero me encanta, no sé.

Espero que os guste.

martes, 7 de febrero de 2012

The game is on.

Antes que nada, he de presentarme al menos un poco, supongo. Mi nombre es NemShiro, pero decidme Nem. De dieciséis años de edad y cursando en este momento primero de bachillerato de arte.
Me gusta dibujar, obviamente, y escribir. Aunque esto último no lo suelo hacer por pereza. Y por falta de inspiración, cosa que me sucede muy a menudo. No tengo muy buen nivel en ambas cosas, pero lo intento y me propongo mejorar con cada intento.

Aparte de esto me gusta la cultura japonesa, incluyendo tanto anime como manga. Gamer a tiempo parcial, sobretodo de la saga Final Fantasy, Kingdom Hearts y Fatal Frame (Project Zero en Europa).
Me considero Sherlockian desde que empecé a verme Sherlock BBC y actualmente prendada de Benedict Cumberbatch.

Además, he de añadir un género que me encanta: el yaoi, es decir, relación hombrexhombre. 

Por último, comentar que no sé hacia dónde irá este blog, pero intentaré publicar alguna que otra cosa, sobretodo mis escritos. Aunque sean poco no quiero dejarlos encerrados en el ordenador, sin nadie que los lea, así que aquí los pondré.

Ala, ya me iréis conociendo.

Un saludo.